Casa Tao | Un Proyecto de Hw Studio en Puerto Vallarta

fachada principal casa tao

Hay proyectos que nacen de un brief técnico. Otros, de un presupuesto ajustado. Y luego están aquellos que emergen de la vida misma: de las largas conversaciones, de los recuerdos guardados en silencio... Casa Tao pertenece a esta última categoría. No es una casa que siga tendencias ni que se base en imágenes de referencia superficiales, sino que es el resultado de escuchar con atención a las personas que la van a habitar.

HW Studio abordó este encargo como si se tratara de traducir una historia personal al lenguaje del espacio. Gustavo y Cynthia llegaron con un deseo claro, pero difícil de expresar: querían una casa que reflejará su pasado, sus viajes y su concepto de la calma. No buscaban espectacularidad. Buscaban coherencia.

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Raíces que moldean el espacio

Gustavo recuerda una casa humilde. Una de esas construcciones que crecen con el tiempo y en las que cada habitación nueva celebra un pequeño logro familiar. Sus padres, campesinos y comerciantes de artesanía, le transmitieron el valor del esfuerzo silencioso, del trabajo que no necesita darse a conocer. Esta educación se refleja en cada decisión de diseño de Casa Tao.

En Puerto Vallarta, donde la humedad se pega a la piel y el sol aprieta desde primera hora de la mañana, la sombra no es un detalle estético. Es supervivencia. Es refugio. Y Gustavo lo sabe desde niño. Por eso, cuando habló con Hw Studio, dejó claro que la casa debía ofrecer resguardo y frescor, ese alivio que se siente al encontrar un rincón sombreado después de caminar bajo el sol de la costa.

Pero la sombra no se entiende aquí solo como ausencia de luz. Es un concepto más profundo, casi filosófico: tiene que ver con la pausa, con bajar el ritmo, con crear espacios que inviten a detenerse. En una ciudad turística donde todo se acelera, Casa Tao propone lo contrario: habitar con más lentitud.

El viaje que cambió la mirada

Cynthia, Mila y Anto acompañaron a Gustavo en un viaje a Japón. No se trató de un recorrido turístico convencional. Visitaron templos, casas tradicionales y museos en los que el vacío tiene tanto peso como los objetos. Regresaron con una certeza: querían vivir en un espacio que respirara esa quietud.

«Nos gustaría sentir que vivimos dentro de un museo japonés», le dijeron al equipo de Hw Studio. No se referían a la frialdad institucional ni a la solemnidad. Se referían a la sensación de tiempo suspendido, a la luz tamizada y a los materiales nobles que envejecen con dignidad. Hablaban de un espacio en el que cada objeto tiene su lugar y cada rincón invita a la contemplación.

Esta referencia japonesa no se tradujo en una imitación superficial. No hay tatamis ni shoji de papel. Lo que sí hay es una profunda comprensión de cómo la arquitectura puede modular la experiencia del tiempo. Cómo un muro blanco puede servir de lienzo para las sombras cambiantes a lo largo del día. Cómo un patio interior puede convertirse en un mundo completo.

Estrategias frente al contexto

El terreno está ubicado en un barrio sin grandes atractivos visuales. No se ve el mar ni hay montañas dramáticas. Solo hay una plaza arbolada que ofrece algo de verde y frescura. HW Studio decidió trabajar con lo que había, en lugar de ignorarlo o compensarlo con gestos arquitectónicos exagerados.

La casa no se abre de frente hacia la plaza. Eso habría implicado la presencia de grandes ventanales que dejarían entrar el calor sin filtro. En cambio, se relaciona con ella de manera oblicua e indirecta. Intuye la presencia de los árboles sin exponerse completamente. Es una forma de mirar sin ser mirado, de tomar el viento y la sombra sin perder privacidad.

La distribución también responde a esta lógica. En la planta baja se encuentran las habitaciones, el garaje y las zonas de servicio. Encima, como una caja suspendida, se encuentran las áreas sociales, que tienen doble altura. Esta decisión eleva la vida cotidiana por encima del nivel de la calle, la rodea de aire y la conecta con el movimiento del viento que viene del mar cercano.

Patios que respiran

Los patios elevados no tienen función decorativa. Son estratégicos. Funcionan como terrazas de observación desde las que se pueden percibir mejor la fragancia de las plantas, escuchar el viento entre las hojas y sentir el cambio de temperatura entre el día y la noche. Son espacios intermedios que permiten disfrutar del exterior sin estar completamente expuestos.

Las habitaciones se organizan alrededor de un patio central. Esta disposición garantiza ventilación cruzada, luz natural indirecta y una sensación de silencio poco habitual en una zona urbana. El patio actúa como pulmón, como filtro acústico y como espacio de transición entre lo público y lo íntimo.

Un muro curvo recibe a quien llega. Su forma suave invita a entrar sin brusquedades. Un árbol plantado cerca de la entrada funciona casi como un arreglo floral, una bienvenida viva que marca el paso del exterior al interior. La casa no mira hacia el vecindario, sino que se voltea y busca su propio centro. Sin embargo, no se cierra, sino que se abre hacia arriba, hacia el cielo y hacia la luz indirecta que baña los espacios sin agredirlos.

patio interior

Materiales que envejecen con gracia

El concreto aparente y la blancura dominan la paleta material. Bajo el sol de Puerto Vallarta, el blanco encandila, refleja, vibra. El concreto, en cambio, absorbe la luz con más sutileza. Se vuelve cálido al tacto. Con el tiempo, adquiere una pátina que habla de uso, de vida transcurrida.

Aquí no hay revestimientos que disfracen la estructura. Todo está expuesto con honestidad. Las huellas del encofrado quedan visibles. Las juntas de construcción no se ocultan. Es una materialidad que acepta el paso del tiempo como parte de su identidad. Tanizaki escribió en El elogio de la sombra que la belleza reside en lo que el tiempo deposita sobre las cosas. Casa Tao entiende esa lección.

La luz no rebota con violencia sobre estas superficies. Se posa, se desliza, se transforma según la hora del día. Por la mañana, los muros blancos reflejan una claridad casi cegadora. Al atardecer, el concreto se tiñe de ámbar. En la noche, las sombras adquieren profundidad, textura.

Habitar como práctica consciente

Casa Tao no es una casa para impresionar a las visitas. Es una casa para vivir con atención. Cada espacio propone una forma distinta de estar: la cocina integrada invita a cocinar en compañía, la sala de doble altura permite que las conversaciones se expandan y las habitaciones dispuestas alrededor del patio ofrecen un espacio de retiro cuando se necesita silencio.

Gustavo, con su curiosidad autodidacta por la filosofía, la música y la fotografía, encuentra aquí un espacio que respeta su forma de pensar. Cynthia y sus hijas pueden habitarla con la misma calma que sintieron en aquellos museos japoneses. No porque la casa imite Japón, sino porque comparte su filosofía: menos ruido, más atención, espacios que permiten que la vida suceda sin prisas.

HW Studio logró algo difícil: construir una casa que no grita. Una casa que no compite con el paisaje ni con las modas. Una casa que simplemente está, disponible, generosa, lista para ser habitada con la misma dignidad con la que fue proyectada.

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