Arquitecto Juve 3D Studio: ¿Por qué fingimos ser quienes no somos?
En el contexto de la arquitectura y el diseño, existe una tendencia preocupante que trasciende lo profesional y se adentra en lo personal: la necesidad constante de proyectar una imagen que no se corresponde con la realidad. Este fenómeno, que podríamos denominar «síndrome del arquitecto aparente», afecta especialmente a quienes están empezando su trayectoria profesional. Juve 3D Studio, arquitecto y creador de contenido digital, ha decidido abordar este tema desde una perspectiva sincera y personal, y para ello comparte sus propias experiencias con el fin de ilustrar las consecuencias de priorizar la apariencia sobre la autenticidad.
La presión por mantener una imagen impecable en el ejercicio
de la arquitectura puede manifestarse de múltiples formas, desde la adquisición
de equipos innecesariamente costosos hasta la inversión en espacios de trabajo
que superan las posibilidades económicas reales. Esta conducta, lejos de ser
una estrategia de crecimiento profesional, suele ser una trampa financiera y
emocional que pone en peligro el desarrollo auténtico de la carrera
arquitectónica o de cualquier índole.
Conoce más sobre: ¿Qué es la arquitectura y para qué sirve?
Cuando el estatus se convierte en carga, en palabras del Arquitecto
Mira, déjame contarte algo que muy pocos arquitectos se
atreven a admitir en público. Todos hemos pasado por ese momento en el que
sentimos la necesidad de demostrarle algo al mundo, ¿verdad? Yo no soy una
excepción. Al principio de mi carrera, pensaba que tener el último modelo de
portátil, el software más caro y la oficina en la mejor zona me haría parecer
más profesional y exitoso a los ojos de los clientes. Pensaba que iba a
proyectar profesionalismo y éxito.
La realidad es que terminé haciendo exactamente lo contrario
de lo que predico ahora en mi canal. Me metí en gastos que no podía sostener
solo por esa necesidad de que la gente dijera: «Mira, ese arquitecto sí que
está bien posicionado». Y ¿sabes qué pasó? Al final del día, los clientes no
contratan renders espectaculares ni equipos caros. Contratan soluciones, ideas
y a alguien que resuelva sus problemas de diseño y construcción.
El costo real de aparentar
Aquí es donde la cosa se pone interesante, porque no estamos
hablando solo de dinero. Por supuesto, aparentar te descapitaliza de una manera
brutal. Te metes en créditos para comprar software que usarás al 20 %, alquilas
espacios que están vacíos la mitad del tiempo, compras mobiliario de diseñador
para una sala de juntas que visitan tres personas al año... Pero el coste va
mucho más allá de tu cuenta bancaria.
El coste emocional es todavía mayor. Vivir constantemente
tratando de mantener una fachada genera una ansiedad tremenda. Cada mes que
llega se convierte en un reto: ¿podré pagar el alquiler de la oficina?, ¿podré
mantener las suscripciones a todos estos programas? Y lo peor es que no puedes
compartir estas preocupaciones con nadie porque, si lo hicieras, destruirías la
imagen que tanto te costó construir.
Recuerdo que hubo un momento en mi carrera en el que estaba
tan centrado en mantener las apariencias que dejé de disfrutar de la
arquitectura. Cada proyecto se convertía en una operación mental: ¿cuánto
necesito cobrar para mantener esto?, ¿alcanza para cubrir todos los gastos
fijos? Y ahí es donde se pierde la esencia, donde se deja de diseñar por pasión
y se empieza a trabajar solo para alimentar una máquina que uno mismo ha
construido.
La trampa del mundo digital
Las redes sociales no nos están ayudando precisamente.
Instagram y TikTok nos bombardean con estudios de arquitectura que parecen
sacados de una revista, con renders hiperrealistas y oficinas con más plantas
que proyectos. Y uno cae en la trampa de pensar que eso es lo normal, que eso
es lo que se necesita para ser tomado en serio.
Pero nadie muestra lo que hay detrás de esas fotos
perfectas. Nadie te dice que muchos de esos espacios están endeudados hasta el
cuello, que varios de esos estudios «exitosos» están a dos proyectos de cerrar
y que esas instalaciones impresionantes a veces están más vacías que un solar
sin construir.
El valor de lo auténtico en arquitectura
¿Sabes qué es lo que realmente valoran los clientes? La
honestidad. La capacidad de decir «esto se puede hacer con tu presupuesto y
esto no». La habilidad para presentar soluciones creativas sin necesidad de
recursos infinitos. Eso es lo que construye una reputación sólida a largo
plazo.
Ahora trabajo desde un espacio mucho más modesto que el que
«aparentaba» necesitar al principio. Mi estudio no tiene un vestíbulo
impresionante ni sillas de diseñador. Pero, ¿sabes qué? Mis clientes siguen
llegando, mis proyectos siguen adelante y duermo mejor por las noches porque no
tengo una espada de Damocles financiera sobre mi cabeza.
Lecciones desde Juve 3D Studio
Juve lo ha dejado claro en varios de sus vídeos: el éxito en
arquitectura no se mide por el equipo que tienes o el coche que conduces. Se
mide por la calidad de tus diseños, por la satisfacción de tus clientes y por
tu capacidad para resolver problemas de manera creativa. Y, sobre todo, por tu
paz mental.
Curiosamente, es cuando empiezas a quitarte esa máscara de
«arquitecto exitoso perfecto» cuando empiezas a tener éxito real. Dejas de
gastar energía en mantener una imagen y la inviertes en lo que realmente
importa: aprender, crecer y diseñar mejor.
El consejo que nadie te da en la universidad
En la facultad no te preparan para esto. Te enseñan Revit,
AutoCAD, teoría del diseño e historia de la arquitectura. Pero nadie te sienta
a decirte: «Mira, vas a salir y vas a sentir una presión enorme por demostrar
que lo has logrado, que eres un éxito, que mereces estar aquí». Y esa presión
te tentará a hacer cosas financieramente poco inteligentes.
Mi consejo, desde la experiencia de alguien que ya pasó por
ahí y cometió errores, es que inviertas en tu educación, en tu porfolio y en tu
habilidad para comunicar ideas. Eso nunca pierde valor. Una oficina lujosa o un
coche importado pueden impresionar a algunos, pero, al final del día, lo que te
consigue proyectos es tu capacidad para entregar buenos diseños a tiempo y
dentro del presupuesto.
La libertad de ser tú mismo
Hay algo liberador en dejar de aparentar. Cuando aceptas
trabajar con lo que tienes y dejas de compararte con ese estudio de
arquitectura que tiene 50 empleados y oficinas en tres ciudades, puedes
concentrarte de verdad en lo que hace único tu trabajo.
Cada arquitecto tiene su propio ritmo, su propio estilo y su
propia escala de operación. Y está bien. No todos necesitamos convertirnos en
la próxima Zaha Hadid o Norman Foster. Algunos podemos tener una carrera muy
satisfactoria y rentable siendo estudios pequeños, especializados y auténticos.
Al final, la arquitectura es una profesión de largo
recorrido. No se trata de brillar intensamente durante dos años y luego
quemarse por el estrés financiero y emocional que supone mantener una fachada.
Se trata de construir una carrera sostenible y genuina que te permita seguir
diseñando dentro de diez, veinte o treinta años. Y eso solo se logra siendo
honesto contigo mismo desde el principio sobre quién eres y qué puedes ofrecer
realmente.
Como dice Juve, lo único que verdaderamente importa en esta
profesión no se puede comprar con créditos ni con apariencias. Tu talento, tu
ética de trabajo y tu pasión por el diseño. Esa sí que es una inversión que
siempre te dará rendimientos.