Escuela Hiwali: La audaz iniciativa del Estudio PK_iNCEPTiON
PK_iNCEPTiON es un estudio de arquitectura con sede en Nashik (Maharashtra, India) fundado en 2015. Dirigido por la arquitecta Pooja Khairnar, el estudio hace hincapié en enfoques de diseño sensibles al contexto e impulsados por la investigación, que integran la pedagogía espacial, la lógica medioambiental y marcos programáticos flexibles. Su trabajo explora con frecuencia la arquitectura como infraestructura social adaptada a las realidades materiales y climáticas.
La Escuela Hiwali representa un ejemplo notable de cómo la
arquitectura puede responder a las limitaciones de un entorno remoto sin
renunciar a la innovación pedagógica. Ubicada en los Ghats Occidentales de
India, esta escuela rural desafía las convenciones del diseño educativo
tradicional mediante una propuesta que elimina las aulas cerradas y apuesta por
una red de espacios interconectados donde la circulación misma se convierte en
herramienta de aprendizaje.
Un terreno que dicta las reglas del juego
La escuela se asienta sobre una estrecha franja en la cima
de unas terrazas agrícolas, comprimida entre una ladera montañosa al noroeste y
terrazas escalonadas al sureste. Para llegar hasta ella hay que ascender quince
metros desde la carretera del pueblo, un desnivel que podría haber sido un
obstáculo pero que el estudio decidió aprovechar. En lugar de luchar contra la
topografía, el proyecto se extiende a lo largo del contorno natural de la cresta,
minimizando movimientos de tierra y respetando las líneas de retención
agrícolas que han dado forma al paisaje durante generaciones.
La orientación del edificio responde directamente a los
vientos del valle y a las trayectorias de los monzones característicos de esta
región. La forma construida modera la exposición al viento sin bloquear las
largas vistas transversales hacia las laderas circundantes, estableciendo un
diálogo constante entre el interior pedagógico y el exterior productivo.
Lo que llama la atención desde el principio es cómo el agua
se convierte en organizadora del espacio. Un foso perimetral intercepta la
escorrentía de la montaña antes de que alcance el zócalo del edificio,
aliviando la presión hidrostática sobre las terrazas durante las tormentas del
monzón. Dentro de este perímetro protector, un zócalo en zigzag se extiende a
lo largo del terreno, canalizando el agua superficial detrás de los aparejos de ladrillo y generando una serie de rellanos escalonados que funcionan como
pequeños anfiteatros. Estos nodos transforman el recorrido en una sucesión de
lugares para detenerse, reunirse y aprender.
Bloques que respiran y se conectan
La planta adopta una configuración en forma de U alineada
con los vientos dominantes. Esta geometría no es casual: forma una cubierta de
barlovento que rompe las ráfagas y enmarca una sala exterior protegida a lo
largo de la pendiente. El lado abierto de la U recibe sol y brisa filtrados por
los voladizos del techo y los huecos entre los bloques, creando un microclima
calibrado que contrasta con la cresta expuesta más allá del edificio.
Los bloques modulares que albergan la oficina, sala de
informática, sala de ciencias, sala de proyección y biblioteca están dispuestos
en diagonal a lo largo del terreno. Esta disposición aumenta las conexiones
transversales y multiplica las rutas posibles. El entramado diagonal crea
atajos y caminos más largos, permitiendo que los niños naveguen el espacio con
múltiples puntos de entrada y salida. Las puertas se apilan o se pliegan para
reasignar el territorio en minutos, mientras que la continuidad del zócalo
permite que las actividades se extiendan hacia el exterior sin perder la
supervisión acústica y visual de un solo maestro.
Esta flexibilidad responde a una idea clara: el camino hacia la escuela y el recorrido por ella son el aula principal. En palabras de Pooja Khairnar:
"Consideramos el camino hacia la escuela y el recorrido por ella como el aula principal, y dejamos que la circulación albergara el aprendizaje y el juego, mientras que una construcción sencilla y duradera da soporte a una constelación cambiante de configuraciones docentes."
Un techo que trabaja con el clima
El techo flotante, suavemente modulado, actúa como elemento
ambiental activo. Los ligeros cambios de altura mejoran la ventilación cruzada
y favorecen el efecto chimenea: el aire fresco entra por los bordes sombreados
y el aire caliente sale por los puntos más altos, debajo del plano del techo.
La forma en U de la masa aerodinámica reduce la presión del viento sobre la
cumbrera, creando zonas de sotavento donde los niños pueden reunirse incluso
durante los fuertes vientos estacionales.
La luz natural se introduce mediante dos estrategias
complementarias. En las zonas informales, la luz lateral entra a través de
rendijas entre los bloques, donde las aberturas estrechas y los voladizos del
techo limitan el deslumbramiento y mantienen el aire en movimiento. En las
salas enfocadas, se han tallado patios semicirculares en el perfil del techo,
permitiendo la entrada de una luz alta y difusa que se mantiene constante
durante todo el día. Esta geometría simplifica el desagüe en caso de lluvia
intensa y dota a cada sala de una identidad lumínica que ayuda a los niños a
orientarse en el edificio.
Espacios arquitectónicos a escala infantil
Los volúmenes interiores se han diseñado pensando en la
escala de los usuarios más jóvenes. La altura de los techos oscila entre
aproximadamente 1,5 y 2,4 metros, comprimiendo y liberando el espacio para
moldear la atención, facilitar la estancia en el suelo o en los escalones y
suavizar el rebote acústico. Las zonas más bajas forman rincones íntimos para
la lectura o la enseñanza individual, mientras que las zonas más altas permiten
reuniones en grupo y proyecciones sin necesidad de aumentos mecánicos.
Esta variación vertical no es solo una cuestión ergonómica.
Transforma la experiencia espacial de los niños, creando jerarquías
perceptuales que los ayudan a entender cuándo un espacio invita al recogimiento
y cuándo a la acción colectiva. Es arquitectura que enseña sin palabras.
Construcción honesta con recursos locales
La construcción se basa en ladrillos a la vista que soportan
cargas, una solución económica, sólida y adaptable. Las paredes permiten clavar
y atornillar para colgar objetos, lo que facilita reconfigurar tableros y
estantes a medida que evolucionan las necesidades docentes. Las aberturas
repetibles y los dinteles estabilizan el módulo, y las puertas plegables
permiten unir habitaciones contiguas para crear espacios más grandes sin
necesidad de herrajes complejos.
El techo se concibe como un plano independiente sobre la
mampostería, lo que mejora la circulación del aire en los aleros y ofrece un
zócalo continuo que puede utilizarse como lienzo comunitario para el
aprendizaje a través de la pintura y la exposición.
Los suelos también cumplen funciones pedagógicas. La piedra
local proporciona una superficie resistente en la que se puede escribir durante
las clases y que se puede borrar para recuperar su acabado natural. El zócalo
alto está acabado con una mezcla de estiércol de vaca, produciendo una
superficie fresca y ligeramente resistente, adecuada para sentarse, dormir la
siesta o realizar actividades en grupo cuando hace calor. Estos tratamientos
sencillos tienen en cuenta las rutinas diarias, incluidas las largas jornadas
escolares y la ocupación por parte de alumnos de diferentes edades, y reducen
la dependencia del mobiliario.
Pensando en el futuro sin perder el presente
El crecimiento previsto está integrado en el plan desde el
principio. La disposición diagonal deja bandas de expansión claras hacia la
montaña, donde se pueden acoplar módulos adicionales a las juntas existentes
sin perturbar la estructura funcional de los espacios intermedios. Al dar
prioridad a la conexión entre espacios sobre las salas individuales, la escuela
puede densificarse gradualmente, preservando el valor social y pedagógico de
sus espacios compartidos.
Una lógica de construcción modular sustenta el mantenimiento
y la futura ampliación. Las hiladas de ladrillos estandarizadas, las vigas
repetibles del techo y un diagrama claro de gestión del agua simplifican las
reparaciones en un entorno remoto con acceso intermitente a mano de obra
cualificada. Las mismas reglas que hacen que el edificio sea comprensible para
los niños también lo son para los constructores, alineando forma, pedagogía y
construcción con las realidades de una escuela rural situada en una ladera.
Más allá del edificio
La Escuela Hiwali demuestra que la arquitectura puede ser
una infraestructura de posibilidades más que un contenedor de funciones. En
lugar de imponer una tipología educativa estándar sobre un terreno complejo, el
proyecto permite que el sitio, el clima y las prácticas locales informen cada
decisión. El resultado no es un edificio que llama la atención por su forma,
sino uno que mejora la experiencia diaria de quienes lo habitan.
La propuesta de PK_iNCEPTiON desafía la idea de que la
innovación educativa requiere tecnología compleja o presupuestos elevados.
Aquí, la innovación radica en entender que el movimiento puede ser pedagógico,
que el clima puede ser un aliado activo, que los materiales locales pueden
generar identidad sin renunciar a la flexibilidad, y que una escuela puede
crecer sin perder su carácter.
En un contexto donde los recursos son limitados pero las aspiraciones no lo son, la Escuela Hiwali ofrece un modelo de arquitectura educativa que prioriza la experiencia sobre la representación, la adaptabilidad sobre la rigidez, y la construcción de comunidad sobre la acumulación de espacios. Es, en definitiva, una escuela que enseña tanto por lo que contiene como por cómo está hecha. Conoce la publicacion original y mas detalles interesantes en: Hiwali School