La arquitectura es un campo que combina la creatividad, la
estética y la técnica para diseñar y desarrollar lugares arquitectónicos
urbanos y públicos. Se considera una de las siete bellas artes de la humanidad.
La arquitectura también cumple una importante función
social: mejora la calidad de vida de una comunidad. Todo proyecto y diseño debe
basarse en las necesidades ambientales y humanas. La arquitectura sostenible
pretende sacar el máximo partido a los espacios en función de las personas, sin
dejar de ser consciente del medio ambiente.
¿Qué es lo más difícil de estudiar arquitectura?
Para mí, el aspecto más difícil de aprender arquitectura fue
la perseverancia. Algunos dirán que se debe a ciertos cursos, a las noches de
insomnio o a la falta de vida social, pero lo cierto es que pocas personas
pueden soportar la rutina de un estudiante de arquitectura, y tienden a
abandonar después del primer semestre.
Hubo momentos en los que estaba tan agotado física y
mentalmente que opté por seguir la carrera de ingeniero civil, debido a la
presión de aprobar los talleres de diseño, que son el tema fundacional de la
arquitectura; suspender uno te impide progresar en el campo.
Muchos de mis familiares cuestionaban por qué quería ser
arquitecto; siempre decían que por qué no estudiaba derecho o contabilidad en
su lugar, y esos eran los momentos en los que me sentía más presionado, ya que
continuaba con algo que me devoraba.
Aparte de que, a pesar de ser todos universitarios, mi
familia no tenía ni idea de lo que significaba estudiar arquitectura. No se
trata de menospreciar otras profesiones; sin embargo, uno puede aprobar las
asignaturas de cualquier otra profesión estudiando, presentando exámenes y
haciendo trabajos o exposiciones; en cambio, en arquitectura, debes hacer un
trabajo que quizá no requiera suficiente esfuerzo.
Mis padres siempre se quejaban de que dejaba todo para el
último momento, pero la verdad es que empezaba a preparar el proyecto del
semestre el primer día de clases, y siempre me quedaba sin tiempo para
terminarlo, no porque procrastinara, sino porque también tenía que hacer otros
diseños o maquetas para las otras materias, y lamentablemente, el día sólo
tiene 24 horas.
Pero puedo asegurar que, a pesar de todo ese esfuerzo, no me
arrepiento de mi decisión de seguir la carrera de arquitecto; la sensación más
bonita del mundo es cuando, después de diez semestres de persistentes
trasnochos, tus profesores te reconocen como un igual y te dicen:
"Enhorabuena, colega."